martes, 26 de febrero de 2008

S.D.A.



Luego de varias sesiones con el psicólogo, un paseo con el neurólogo y unos cuantos exámenes...por fin tengo el diagnóstico: SDA...Síndrome de Deficit Atencional con Hiperactividad. Qué nombre tan largo que recibe ahora, sin embargo yo lo bautice con uno hermoso, de un profundo significado. Pablo. Así pues, mi hijo tiene SDA, y ahora debo saber cuál va a ser su tratamiento. Eso me tiene sin cuidado. Iré a las sesiones con el médico, le daré las medicinas que correspondan, y entregaré los informes correspondientes en el colegio.

Lo que si me preocupa es que cómo haré para curar sus heridas del alma. Esas heridas que le dejaron estos pocos años de escuela, los que han sido una experiencia de sufrimiento, de no aceptación, de ser "diferente". Me preocupa de sobremanera el hecho de que la educación- tan apabullada- en nuestro país, no sea capaz de aceptar y de EDUCAR, a niños con este síndrome. Es muy alto el porcentaje de escolares que presentan esta patología, y aún no se le ha tomado la importancia que merece. En todas las aulas existen niños con SDA, pero los profesores no se preocupan de capacitarse para darles una mejor atención a estos alumnos, por el contrario, son tildados de "niños problemas", "cachos", y la mejor solución es que los padres los lleven al médico para que los droguen, así estos "maestros" pueden continuar haciendo clases al resto de los alumnos sin ser interrumpidos por estos "cachitos". ¿Estará esto contemplado en las reforma educacional? Creo que no.

Quiero sentir lo que mi hijo ha sentido en estos años de asistir a dos colegios, en donde lo único que ha aprendido de la vida, es que "se porta mal", que es un "mal niño", y que "nadie lo quiere"...debería de darnos vergüenza, por no ser capaces de entregar a todos los niños por igual la educación que se merecen. Al hablar de igual, equidad y no discriminación en la educación, debieramos considerar que cada vez que le decimos a un niño que es "un problema", por el sólo hecho de tener SDA, lo estamos discriminando.

No basta con que en la casa le entreguemos todo el amor, cariño y comprensión que necesitan, si en la escuela sólo perciben rechazo. ¿Por eso que hago para sanar el síndrome de falta de consideración del que padece mi hijo?